“Desde niño pintaba como Rafael, pero me llevó toda una vida aprender a dibujar como un niño”, dijo en cierta ocasión Pablo Picasso, que bien podría contestar así a todos los que piensan que mezclar trazos, colores e ideas de un modo original es sencillo.
Sus propia evolución es la mejor muestra de ello: además de combinar la pintura, la escultura, el grabado o el dibujo, las obras de este genio del siglo XX pasaron del realismo a una deprimente época azul y a una más feliz época rosa, evolucionando después hacia las formas simbólicas del cubismo (convirtiéndose en uno de sus fundadores), el clasicismo o el surrealismo. Ahí es nada. Repasamos algunas para comprobar que es cierto que, para llegar a combinar bien formas y colores, hay que trabajar mucho y además tener una mente privilegiada.
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