viernes, 30 de abril de 2010

1000 cosas maravillosas



Deprimido por la lectura diaria de malas noticias y en medio de una crisis matrimonial, el canadiense Neil Pasricha decidió intentar centrarse en lo positivo y pensar en 1.000 cosas sencillas, gratuitas y geniales, publicando día una de ellas en un blog.

Pasricha dijo que su blog 1000awesomethings.com pretendía subrayar los placeres simples de la vida, a menudo dados por sentado, como encontrar dinero olvidado en un bolsillo, ponerse ropa interior directamente salida de la secadora, o arreglar aparatos electrónicos con un golpe.

Pocos se dieron cuenta de que su blog pondría el dedo en la llaga y atraería a 40.000 personas al día para unirse a sus discusiones sobre cómo disfrutar del último triángulo de una patata al fondo de una bolsa o sobre el placer de acabar llorando después de reírse muy fuerte.

Pasricha, de 30 años, que trabaja en un departamento de recursos humanos en Toronto, se quedó estupefacto cuando ganó dos premios Webby, considerados "los Oscar de Internet" al mismo tiempo que su matrimonio acababa y uno de sus mejores amigos se suicidaba.

Entonces, entre sus dramas personales y las dificultades de una crisis económica, también firmó un acuerdo para un libro, y "The Book of Awesome", que contiene 200 de sus cosas sensacionales, sale esta semana.

"Convertí el peor año de mi vida en mi mejor año centrándome en lo positivo. En Amazon tengo un ránking mejor que el del Dalai Lama y creo que es una señal de que la gente quiere que vuelva el optimismo", dijo Pasricha a Reuters en una entrevista telefónica.

"Todos los días intento encontrar algo que sea impresionante, gratuito y universal para compartir, como aplastar las burbujas de un envoltorio de plástico, oler una panadería o la sensación de que se abra una nueva caja en un supermercado".

Pasricha dijo que cuando empezó su blog en junio de 2008 pensó que podría tener dificultades para que se le ocurrieran 1.000 momentos sencillos pero impresionantes en la vida, pero ahora va por más de la mitad y las ideas siguen llegando, tanto de él como de los seguidores de su blog.

"La idea de tener un contador de cosas estupendas es casi un cliché, pero yo intentaba definir un nuevo matiz de genial: cosas que sabemos que son geniales pero simplemente no lo decimos en algo o hablamos con otra gente de ello", declaró, citando el ejemplo de los satisfactorios últimos segundos de desenredar un nudo difícil.

Pese al éxito de su blog y el próximo lanzamiento de su libro, Pasricha dijo que no tenía intención de cambiar su vida diaria.

"Tardo una hora al día en ir a trabajar a las afueras y trabajo en un cubículo. Me gusta mi trabajo porque me gusta la gente con la que trabajo. No soy escritor y no sé cómo usar el punto y coma. Simplemente me gusta observar el mundo y documentarlo", declaró.

Noticia publicada por Reuters, foto de Florian Hildebrandt.




viernes, 16 de abril de 2010

El filo de los sueños


La vieja nuba.
Durante 18 meses vivió con los nubas, en Sudán, aprendió a cazar, contar cuentos, bailar y hablar como ellos: “Los sustantivos varían si los miran una persona o varias, si están al sol o a la sombra y si uno va o viene”. Una anciana desnuda se le acercó y pellizcándole el pezón le dijo: “¿Por qué estás siempre trabajando?, ¿y el placer, el sexo, los hijos, el baile y la música?”. Cuando regresó a Escocia se especializó en documentales científicos: “Me mostraron una placa de Petri en la que depositaron unas células que al juntarse comenzaron a latir como un corazón. Tuve la sensación de que así fue el principio de la vida” En su último documental lo mezcla todo: humor, misterios, ciencia y vida privada.



Todo comenzó cuando murió mi madre.

Extraño comienzo.

Una noche soñé que George, mi precioso caballo, me decía: “Prepara tu cámara, porque voy a morir”. Y desperté.

… Y fue corriendo a ver al caballo.

Si, y estaba muerto. Quise grabarlo porque estaba haciendo mi doctorado sobre la muerte. No había amanecido, tenía miedo, se me cayó la cámara y se rompió.

¿Y qué hizo?

Despertar a mi marido.

Cuénteme lo del doctorado.

Cuando mi madre moría, pude ver como atravesaba una experiencia física y emocional importantísimas, y ocurrió algo más: cuando expiró corrí a abrir la ventana y le dije: “Gracias y que tengas buen viaje”. ¡No tiene ningún sentido, soy atea! Así que para entenderlo decidí hacer el doctorado.

Muy racional.

Filmaba todo lo que tuviera relación con la muerte. Trabajé en una residencia de ancianos y grabé…


Hay quien toma notas, y usted graba.

…pero mi investigación sobre la muerte dio un giro cuando se convirtió en algo personal. Tuve otro sueño: mi primera pareja, con la que tuve un hijo y que había muerto de cáncer, me decía: “Amy, no se como decírtelo, pero te vas a morir a los 48 años”.

¿Qué pensó?

¡De ninguna manera!, le dije enfadada. Pero fue tan real que pensé: de acuerdo, tengo 18 meses de vida. Se lo conté a mi marido y también lo grabé.

¿Y que le dijo?

Es psicoterapeuta, así que intentó convencerme durante una hora de que ese sueño podía representar muchas cosas. Cuando acabamos de hablar estaba segura de que me iba a morir.

Veo que confía en su marido.

Al cabo de unos meses me puse enferma, no podía respirar. Los médicos me dijeron que ocurría algo grave en mis pulmones pero que no encontraban la causa. Hice el testamento, un seguro de vida, y me deprimí.

Pero siguió grabando.

Al principio era como una hipótesis científica: si existen los espíritus, estaré muerta en unos meses, pero tendré una gran vida como espíritu; si no existen, seguiré viva. Pero cuando enfermé, ya no me sentía tan valiente.

Ya.

No se lo había dicho a mis hijas. La menor un día me leyó la mano (estaba aprendiendo con las niñas de su clase). “¡Te vas a despertar muerta, no te queda vida!” me dijo.

¿Visitó a un psicólogo?

A un neurólogo, Mark Solms, que ha realizado muchos estudios sobre cómo afectan los sueños a personas que padecen tumores cerebrales. Me dijo que probablemente el caballo llevaba días apagándose porque morirse es un gran acontecimiento celular, y que de alguna manera me lo transmitió, y aunque no lo procesé racionalmente, la información estaba en mi subconsciente.

¿Y el sueño de su ex marido?

Me dijo que yo quería morir y que lo mejor que podía hacer era volver a la época del sueño y revisar que podía entender, y eso hice: fui a un chamán que me puso en trance y me dijo cosas sorprendentes.

Cuénteme.

“Puedes cambiar tu sueño, pero no puedes entrar en el mundo de los espíritus con miedo”. Pese a que no creía en los espíritus, estaba aterrorizada. Sigo sin entender que pasó.

¿Y qué pasó?

Encendí la cámara, me tumbé, y empecé a contestar lo primero que me venía a la cabeza: vi una serpiente, salté dentro de su boca, la serpiente me llevó junto a Arthur y le dije: “No estoy preparada para morirme”.

Bien dicho.

Luego encontré a una anciana y supe que era la mujer que se llevaba a los vivos. Me enfadé con ella, sé que parece una locura.

¿Porqué se enfadó?

Porque se había llevado a mi madre y pensaba que amenazaba mi vida. La ataqué, la estrangulé. Ella empezó a reírse y me pidió que me sentara junto a ella, y vi paisajes desoladores. Luego me dijo: te puedes ir.

Y despertó del trance.

No me pude mover durante dos horas, pero el miedo se había ido, sabía que tenía un futuro. Monté una fiesta e hice esta película.

¿Alguna conclusión?

Mark Solms me dijo que lo que conocemos de la realidad está limitado por nuestros cinco sentidos, más allá de ellos lo que existe es imperceptible para nosotros, pero eso no quiere decir que no exista.


Es probable que ese sexto sentido de la chamana lo tengamos todos, pero la mayoría sin desarrollar. He cambiado, ya no niego lo que no veo. Procuro mantener una comunicación constante conmigo misma y con lo que me rodea, sin cerrar ninguna puerta.

¿Y sus pulmones?

La chamana me dijo que esa enfermedad era metáfora de la enfermedad de la tierra, algo que yo había percibido. Existe un universo subjetivo del que somos parte y deberíamos trabajar para conectarnos con él.

Y sobre la muerte, ¿Qué ha entendido?

La gente dice que hay que tenerla presente, pero una mujer que cuidaba a su hija terminal me dijo: “Procuro vivir todos los días como si fuera a vivir para siempre”, y creo que es una perspectiva muy útil porque te vuelves muy cuidadoso con todo.

Amy Hardie, escocesa y realizadora de películas científicas, ha presentado en docsbarcelona The edge of dreaming. (Trailer)

Entrevistada por Ima Sanchís en La Vanguardia el 10 de Marzo de 2010.

Fotografía de Kelly Morris.

martes, 13 de abril de 2010

Mira al futuro para poder olvidar estos tiempos desdichados


En Auschwitz, en el marco de horror que le hizo ser el emblema del horror nazi, también se dieron algunos paréntesis de alegría y pequeñas victorias de los presos. Uno de estos momentos fue la única boda que se dio dentro del campo, la del preso austriaco Rudi Friemel y la española Marga Ferrer.

Margarita Ferrer, madrileña, había luchado en la Guerra Civil con 20 años, y durante la lucha se enamoró de una miembro de las Brigadas Internacionales, Rudolf Friemel.
En 1.939, junto con el resto de republicanos, ambos huyeron a Francia, al exilio, se separaron y reencontraron en varias ocasiones, en diferentes campos de refugiados, y en 1.941 tuvieron un hijo. En julio de ese mismo año, cuando intentaban huír a Viena a casa de los padres de Friemel, fueron detenidos en la estación de Vierzon, junto a su bebé.

Rudolf fue enviado a Auschwitz I, donde trabajó como mecánico en el garaje de la SS, y Margarita fue enviada a un campo de trabajos forzados en la Selva Negra, hasta que encontró refugio en casa de los Friemel.

Estando en Viena, Margarita supo que Rudolf había conseguido un puesto de dirigente en la rudimentaria resistencia de Auschwitz y que había pedido permiso a las SS para casarse con ella, para que el niño pudiera llevar su apellido, y para asombro de todos, el 6 de marzo del 44, un año después, Margarita recibió un telegrama requiriéndole para que se dirigiera a Auschwitz con el padre y el hermano de Rudolf en calidad de testigos, a casarse. Puede que fuera un momento de debilidad y humanidad o un acto de cruel cinismo por parte del régimen nazi...

El 18 de marzo de 1.944 por la mañana, llegaron a Auschwitz con la novia vestida con un vestido negro y una camisa blanca prestada, y llevando consigo a su hijo Edouard, que por entonces tenía ya tres años. A Rudolf le dejaron un traje.

La ceremonia se celebró, a las 11 de la mañana, en una gran oficina vacía del Registro, en la que normalmente se preparan los certificados de muerte de los presos, con archivadores que tapaban el muro, una mesa grande en el centro, y tres filas de bancos enfrente. Un grupo de SS se colocó a los lados y la espalda del grupo nupcial, y un oficial SS leyó los ritos matrimoniales, que Rudolf le traducía a Margarita al español. Rudolf sacó dos anillos, firmaron, y terminó la ceremonia.

Un preso que trabajaba en el Erkennungdienst, Wilhelm Brasse, pudo tomar fotografías, autorizadas, que se conservaron junto con las tarjetas de invitación que los compañeros de Rudolf diseñaron y dibujaron en cartulinas gruesas, autorizados también.

Margarita y Rudolf pudieron andar con libertad por el campo, vacío, escoltados por la orquesta que tocaba la marcha nupcial, y en ese momento, según recordaba Margarita, vieron un destello el uno en los ojos del otro de triunfo sobre la muerte.

Esa tarde Rudolf pudo jugar con su hijo, y después la pareja habló largo y tendido, momento en el que Rudolf le mencionó a Margarita la cámara de gas y los miles de personas que moría allí cada día.

Al acabar el día, la pareja pudo pasar un tiempo en una de las piezas del barracón 24, el que se utilizaba como prostíbulo, y se dispusieron dos habitaciones, una para la pareja y su hijo, y otra para el padre y el hermano de Rudolf.

Los presos habían recibido el encargo de prepararle el desayuno a la pareja de novios, y al amanecer llegó el momento de separarse. Rudolf pensaba que no se volverían a ver, pero prometió luchar hasta el final. Se besaron en la puerta, y Rudolf se dio la vuelta con los hombros hundidos sin mirar atrás.

Nueve meses después, en diciembre, Rudolf y otros cuatro presos que habían intentado fugarse fueron capturados, y ahorcados con la ceremonia habitual, y ésta, fue la última ejecución pública de Auschwitz, liberado el 18 de enero.

Tras la muerte de Franco, Margarita volvió a España, pero solo de visita pues su hogar ya estaba en Francia y se había vuelto a casar con Francisco Suárez en 1.956, un refugiado como ella, y superviviente de Mauthausen.

Margarita murió en París la nochebuena de 1.987.

Fue el único caso en el que se permitió casarse a un preso en un campo.

La foto de familia la tomó Wilhelm Brasse en el estudio fotográfico de Auschwitz, y es propiedad del Auschwitz Memorial.

Erich Hackl se basa en esta historia en su libro: Boda En Auschwitz.

En una nota de despedida a Margarita, Rudolf escribió: "Esperaba volver a veros a ti y a mi querido hijito, pero no podía abandonar la lucha. Me era imposible. Y ha llegado mi hora. No me siento triste, y tú tampoco debes estarlo, mi dulce mujercita. Cuando acabe la guerra volverás a España. Cuida de nuestro hijo. Haz de él un hombre y un luchador. Y mira al futuro para poder olvidar estos tiempos desdichados. Mis últimos pensamientos serán para ti".

Edouard Friemel llegó a ser profesor de psicología en la Universidad de París VIII.

Fuentes: Españoles en el holocausto; David W. Pike, Auschwitz Memorial